EL TAPIZ DE LAS NORNAS

mayo 8, 2023
 

 

Hablemos un poco de Nornir, la antología publicada hace un par de mes y presentada el pasado 5 de mayo en la librería Gigamesh. Aunque en realidad ya os hemos hablado de ella, ¿no? Os hemos contado que se trata de una recopilación de relatos de diverses autores y que todos los relatos están ambientados en Drímar, el universo creado por Rodolfo Martínez en su ciencia ficción de los años 90.

¿No os lo habíamos dicho? Seguro que sí. Como también os contamos que, además del propio Martínez, participaban en el libro Elia Barceló, Guille Jiménez, Cristina Jurado, David Luna, Amparo Montejano, Óscar Navas, Laura S. Maquilón, Juan Manuel Santiago, Gemma Solsona y Eduardo Vaquerizo, todos ellos coordinados por José R. Montejano. Como seguro que os dijimos los orgulloso que se sintió Martínez del volumen al ver los resultados increíbles y maravillosamente creativos que lograron les participantes en el libro y el modo increíble en que supieron construir y tejer historias propias mientras, al mismo tiempo, exploraban los rincones más lejanos y oscuros de Drímar.

Si no os lo habíamos dicho antes, acabamos de hacerlo ahora. Pero si queréis saber más, es fácil, solo tenéis que ver el vídeo de la presentación en Gigamesh, en la que participaron cuatro de les autores (Navas, Santiago, Solsona y S. Maquilón) bajo la batuta de Susana Vallejo:

¿Queréis saber algo más?

Sea pues.

Os ofrecemos la introducción que Martínez escribió para el libro y que trata de situar ciertas cosas en su contexto… de un modo un tanto peculiar y sin duda poético, pero también interesante:

 

CABOS SUELTOS EN EL TAPÍZ

A los pies del divino fresno, el Yggdrasil, viven las tres nornas, que se ocupan de trenzar el tapiz de la vida y a cuya férula las criaturas vivas están sometidas (jotun y dvergr, humana y alfar, vanir y aesir) todas por igual.

Urd desentraña la densa madeja del pasado; Verdandi dibuja el complejo paisaje del presente; Skuld traza el camino siempre cambiante del futuro. Sin ellas los nueve mundos que cobija y conecta el Yggdrasil no existirían. Cuando estos lleguen a su fin, las tres recogerán el tejido en una nueva madeja a partir de la cual trenzarán otro tapiz del que surgirán nuevos reinos y nueva vida.

Qué forma tomará ese nuevo mundo, ni siquiera ellas lo saben.

El tapiz que tejen forma un todo armonioso y complejo, diverso y hermoso en el que todo está conectado y cada esquema, pauta y diseño solo cobra sentido por completo cuando se relaciona con los demás.

A veces, sin embargo, quedan cabos sueltos, partes del tapiz que no parecen tener relación con las demás.

Es una ilusión.

Todo está interconectado; no existe un solo elemento del tapiz que pueda ser extraído sin afectar al conjunto. Esos aparentes callejones sin salida son, en realidad, parte imprescindible de la trama que tejen, y resultan imprescindibles necesarios para comprenderla.

Es en la parte que teje Urd donde se da con más frecuencia esa aparente contradicción. Es en ese pasado denso y apretado que se arracima en el centro del tapiz donde a veces parece haber cabos sueltos que solo lo son hasta que tomamos distancia y contemplamos la obra de las tres en su conjunto.

Es ahí, en esos meandros del pasado, en esos callejones sin salida en los que nos adentramos ahora.

Muy despacio, con sumo cuidado de no perturbar la labor de las tres tejedoras, descendemos hacia el remoto pasado y nos adentramos en lo más recóndito de la historia, allí donde hecho y mito se confunden. En los lejanos días posteriores al Interregno, antes de que el ser humano hubiese empezado a explorar la galaxia. No nos detendremos ahí; saltaremos a los años de expansión imparable, cuando casi cada semana se descubría y exploraba un nuevo planeta y el espacio conocido empezaba a tomar la forma que tendría durante los siguientes milenios, dividido en dos potencias hostiles que jamás se tomarían la molestia de conocer a su adversario, salvo para destruirlo. No será suficiente y recorreremos la época en que la humanidad se había divido en dos partes enfrentadas que se miraban hoscas la una a la otra, desconfiadas y temerosas. ¿Llegaremos al momento en que ambas partes fueron unidas a su pesar por una fuerza externa que nadie pudo prever?

Quizá.

O quizá no.

En todo caso, exploraremos los entresijos de historias que ya creíamos conocer y que quizá no sean exactamente como nos han contado.

Al fin y al cabo, la realidad es un diamante de numerosas facetas y la memoria, bien lo sabemos, una embustera redomada (tanto, que bien podría ser hija de Loki) que disfruta reinventando el pasado cada vez que lo cuenta.

Urd sabe algo más. Sabe que todas las historias son ciertas y verdaderas si sirven para que nos reconozcamos en ellas, para que entendamos de dónde venimos, para que comprendamos mejor cómo hemos llegado hasta aquí y, tal vez, seamos capaces de imaginar hasta donde podemos ir.

A la hilandera no le preocupa demasiado que algunos hilos parezcan contradecir el pasado que trenza el resto. Sabe bien que tal contradicción es aparente, otra ilusión en un universo lleno de ellas, y que desaparecerá cuando se contemple el conjunto a la distancia adecuada.

Y si no desaparece, se dice, qué más da. Qué sería del cosmos sin un poco de caos, al fin y al cabo.

Así que sonríe mientras sigue tejiendo el tapiz con sus hermanas, el pasado crece y se transforma en un presente preñado de futuro. El futuro se despeñará por un abismo sin fin del que saldrá un nuevo pasado que, sin duda, también parecerá que deja cabos sueltos, como extraños despojos abandonados por una marea que nunca se detiene. Así ha sido siempre. Así será.