CALENDARIO DE PUBLICACIÓN

abril 11, 2023
 

Allá por 2017, más o menos, tomé la decisión de, por un lado, liberar buena parte del catálogo de Sportula y, por el otro, de limitar de forma considerable la cantidad de libros que la editorial publicaba al año. Se había entrado en una dinámica que estaba siendo perjudicial en todos los sentidos, sacando muchos más libros de los que un proyecto tan modesto podía atender con la debida dedicación. La expresión «huida hacia adelante» describía con bastante exactitud el estado de la editorial en aquel momento; un estado que no presagiaba nada bueno.

Pude haberme limitado, sin más, a cerrar el chiringuito, como tantos otros editores pequeños han hecho a lo largo de estos años, especialmente dentro del campo de la literatura no realista. Pensándolo con distancia y frialdad, quizá habría sido incluso lo mejor, o al menos lo más práctico.

Pero no quería.

Tras casi diez años de trabajo no tenía ganas de tirar lo conseguido, poco o mucho, a la papelera.

Así que me planteé si había alguna solución que me permitiera seguir con Sportula y que, al mismo tiempo, no me generase la cantidad de estrés que la situación en aquel momento me estaba generando ni me comiese tanto tiempo y recursos.

La solución que encontré fue sencilla: pararme a respirar, tomarme las cosas con calma, funcionar bajo mínimos, con la luz piloto, por así decir, una temporada y ver qué ocurría.

La cosa funcionó. Sportula se redujo a un tamaño que podía manejar con facilidad y creo que se notó en la calidad de los libros publicados.

En los últimos años he ido manteniendo ese ritmo tranquilo, si bien es cierto que en en los pasados doce meses, este ha acelerado un poco.

Tal vez demasiado.

No estoy de nuevo en la situación de 2017 ni de lejos, pero veo una tendencia que, en un año o dos, podría acercarme a algo similar. Por ejemplo, en varios de los libros publicados este año veo errores que había logrado evitar en los últimos tiempos y que no deberían producirse. Algunos de ellos los percibirán los lectores enseguida y otros les pasarán desapercibidos. Yo los noto todos. Y cada uno que percibo es como una maldita puñalada en el corazón. Cada vez que repaso un libro ya publicado (después de haberlo repasado una docena de veces antes de mandarlo a la imprenta) y detecto un fallo, ya sea grande o pequeño, se me cae el ánimo al suelo y, al mismo tiempo, el cabreo que experimento contra mí mismo es considerable.

Así que, por si acaso, y porque más vale prevenir que curar, voy a echar el freno editorial de nuevo. No de un modo drástico como sucedió en 2017, pero sí lo suficiente para recuperar el ritmo de hace un año, que es en el que, he comprendido, me siento cómodo y puedo manejar el asunto con facilidad y sin cometer más errores de lo debido.

¿Qué consecuencias tiene eso?

Por un lado, algunos de los libros previstos para este primer semestre del año, como El reino de las sombras (la recopilación de relatos de Howard sobre Kull de Valusia) pasarán al segundo. Y algunos de los que estaban previstos en el segundo semestre se verán postergados a 2024.

Sé que hay expectación por algunos de esos libros y comprendo perfectamente la frustración por tener que esperar más de lo previsto (soy, ante todo lector, antes que escritor o editor, cómo no lo voy a entender), pero prefiero hacer las cosas bien y con calma a mal y deprisa.

Hay otra consecuencia. Aquellas personas que han mandado un manuscrito a Sportula para valorar su posible publicación van a tardar más de lo que creían en ver su obra publicada, en el caso de que nos parezca una obra lo bastante interesante. No tardarán más en saber si nos interesa o no (hace ya unas cuantas semanas que nuestros lectores están trabajando en ello), pero sí en cuanto al momento en que, si hay interés por ambas partes, se podría publicar la obra.

Puedo entender que, en un caso así, alguien decida retirar su manuscrito y enviarlo a otra editorial, donde los plazos vayan a ser más cortos. Me parece una actitud perfectamente razonable.

En cualquier caso, eso es lo que he decidido. Y me ha parecido buena idea avisar a los lectores.

Mientras tanto, Sportula seguirá trabajando para ofrecer los mejores libros que pueda.

Nos vemos.

Rodolfo Martínez