De 7 en 7: Daniel Pérez Navarro
Daniel ha publicado dos novelas en Sportula: 14 maneras de describir la lluvia y Mobymelville. Ambas son igualmente inclasificables, ambas exigen un lector activo que esté dispuesto a poner bastante de su parte y ambas son una lectura tan difícil como fascinante. Es, por tanto, una perogrullada afirmar que a Daniel no le gusta seguir el camino fácil.
Eso quizá le reste lectores, en este mundo en que vivimos. Por nuestra parte, tiene las puertas de Sportula abiertas para aquello que se proponga y, mientras quiera seguir viajando literariamente con nosotros, podrá hacerlo.
Hemos decidido abrir con él esta nueva sección en la que nuestros autores responderán a siete preguntas, seis de ellas comunes. La última ha sido elegida por cada autor.
La pregunta inevitable: De todas las cosas a las que podrías estar dedicándote, ¿por qué precisamente a escribir?
No sé por qué precisamente escribir. Es algo con lo que jugaba de niño (jugar a escribir) y seguí haciendo de adolescente y adulto joven (escribía y tiraba lo que escribía, sin mostrarlo). Ahora me relaja. Creo que impide que me vuelva loco. Sólo sé que me funciona mejor que machacar el cuerpo en un gimnasio.
El corolario a la pregunta inevitable: De todas las cosas sobre las que podrías escribir, ¿por qué precisamente literatura no realista?
Estimula como ninguna otra. También estoy convencido de que es la única que de verdad refleja la realidad —aunque lo haga distorsionándola— y permite entenderla.
La pregunta definitoria: ¿Escritor de brújula o escritor de mapa?
En la primera fase, de brújula. Ahí tienen cabida el instinto, los finales alternativos, las pruebas de estilo, etc.
Una vez tengo la masa de palabras, empieza la verdadera redacción. En esa fase, escritor de mapa. Aparece entonces el guardián con su látigo y su máquina de tachar. Al contrario que lo que dicen muchos autores, disfruto con el ordenado vigilante y me cuesta cuando todo está en blanco.
La pregunta prospectiva: Tu lector ideal. Esa entelequia que tienes en mente cuando escribes y que te gustaría que tuviera cientos de miles de implementaciones en el mundo real. ¿Cómo es ese lector ideal para el que escribes y qué espera encontrar en un libro?
Sobre todo, abierto, que no se haya creado expectativas ni tenga la cabeza llena de coordenadas. Una contraportada que explique bien qué vas a encontrar y la clasificación en géneros y subgéneros bien definidos a veces me resultan frustrantes. El lector que lamenta que un vampiro no se ajusta a las reglas del vampirismo no es el mío. Como con la música: Messiaen es raro. Bueno, es raro si encierras tu mente dentro de una caja en la que sólo caben las reglas tonales tradicionales.
La pregunta distópica: Vienes de un remoto futuro. Del colapso que sabes inminente, se te permite rescatar y llevar a tu época tres libros, tres películas y tres obras musicales. ¿Cuáles y por qué?
Libros:
Melville, Moby Dick. Alguien me dijo una vez hace años que en lugar de buscar consuelo en la Biblia como los católicos, leía al azar capítulos sueltos de Moby Dick. Comprobé que esta «versión Rayuela» funciona y se convirtió en mi libro de cabecera.
McCarthy, Meridiano de sangre. Mi novelista vivo favorito, la Ilíada del XX.
Cirlot, Bronwyn. Por ser una fuente de imaginación, un portento de imágenes fantásticas, por todo lo que es capaz de sugerir. Bronwyn es una pasión/enfermedad muy quijotesca, un libro (seguro que la crítica escolástica no estará de acuerdo) de poesía de ciencia ficción.
Obras musicales:
Stravinski, La consagración de la primavera. Nada más liberador. Muerte y amor, sexo y violencia, primitivismo, la canción del inconsciente, vale casi cualquier interpretación. No te deja pensar, sólo te libera.
Messiaen, Sinfonía Turangalila. Otra explosión, esta vez de un millón de colores. Pura alegría de vivir.
Mozart, Don Giovanni. Lo mejor para presumir de especie delante de un extraterrestre. Elegancia y rudeza, lirismo y tensión arrolladora, comedia humana y ruptura de la convención social. Lo tiene todo: inteligencia, sutileza, perfección formal, humor, drama.
Películas:
2001, una odisea espacial. La película de ciencia ficción.
El resplandor. La película de terror. La película de la familia. La película de la locura.
Eyes Wide Shut. La película del matrimonio. La película de la convención social. La película del poder.
La pregunta ucrónica: ¿Cuál es el libro que habrías querido escribir pero ya estaba escrito? ¿Por qué ése?
Cualquiera de McCarthy. Daría una mano por escribir como él.
La pregunta que nunca te han hecho: ¿Por qué esa prosa que empleas?
Por dos razones. La primera, deformación profesional: palabras exactas y las mínimas, como en cualquier informe clínico. La segunda y más importante: soy un compositor frustrado, intento que lo que escribo suene a frase musical.